Una guerrera en la batalla contra el cáncer infantil

Uno (una, en este caso) puede creer que se conoce, pero solo cuando vienen mal dadas es cuando se descubre de verdad a sí mismo. Ahí es cuando, si se tiene, sale toda esa energía, esa fuerza y ese optimismo que hasta entonces había permanecido a medio gas pero que ante la dificultad se multiplica por dos, por tres o por todas las veces que haga falta. Ese proceso deja marca y, termine bien o mal, cambia prioridades y perspectivas. Afortunadamente para Eva López Fernández (Avilés, 1977) concluyó de forma satisfactoria, pero ha dejado un vínculo con la Asociación Galbán que ya nada romperá. Presidenta de la institución en Asturias durante cuatro años, ahora continúa en la junta directiva aportando a una entidad que «ojalá que no fuera necesaria» porque eso significaría que no hay cáncer infantil.

Cuando apenas levantaba unos palmos del suelo.
En la puerta de Galbán cuando presidió la asociación.
Con su madre Eva y su hijo Yago.

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Así llegó ella, cuando a su hijo Yago le diagnosticaron, a punto de cumplir los nueve años, una leucemia promielocética aguda. El mundo se rompió para ella, que tuvo que dejar su trabajo para centrarse en su hijo. En este proceso llegó hasta Galbán, una asociación que ayuda tanto a los niños con cáncer como a sus familias. Una asociación que continuamente está organizando actividades porque la financiación es fundamental para investigar y avanzar.

Hasta entonces Eva había llevado una vida relativamente normal. Vecina de Las Vegas, siempre había tenido muy marcada su vocación docente, pero por consejo de un familiar estudió Económicas en la Universidad. Su verdadera pasión acabó saliendo porque aunque su primer trabajo fue en una asociación empresarial, enseguida comenzó a dar clases en los antiguos cursos del Inem en una academia de Lugones.

Decidió entonces sacarse el Curso de Aptitud Pedagógica, que años antes eran seis meses y para entonces ya se había convertido en un máster de dos años. Estaba entonces embarazada de Yago y se dormía por las esquinas, pero siguió adelante. Con esta acreditación fue profesora en la Academia Macavi y siguió estudiando porque su objetivo era sacar una oposición. La enfermedad de Yago interrumpió aquello, pero este año ha sacado su plaza de profesora de formación profesional en el grado de Administración de Empresas que se imparte en el Instituto de Educación Secundaria de Pravia.

La sonrisa que unos años se quebró vuelve más amplia que nunca al rostro de una mujer que no se arruga ante los problemas y que, en parte por ello, fue nombrada corverana ejemplar en 2021.

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