Jueves, 12 de diciembre 2024, 08:25
Partiendo de la base de que todas las artes plásticas tienen que ver con interiores, la doctora en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo, Ana María Fernández, guio ayer un viaje por los interiores domésticos representados en la historia del arte. Fue un trayecto rápido en el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS, en el que no dejó pasar la oportunidad de mostrar cómo desde los cuadros de artistas clásicos hasta los catálogos de Ikea muestran la relación del ciudadano con una vivienda que se considera hogar en cuanto se hace propia.
«Es difícil saber cómo vivía la gente antes porque nos han quedado pocos testimonios», pero algunos ejemplos que fue desgranando evidencian la importancia que se ha dado a determinadas estancias a lo largo de las épocas.
Explicó que todas las viviendas tienen «una parte pública o semipública durante cierto periodo de tiempo» y solo tuvo que recurrir al pasado más cercano para explicarlo. A su auditorio le sonó familiar la distinción entre sala de estar y salón de los domicilios de hace unas décadas, dejando este segundo para recibir a las visitas con el mejor mobiliario y la mejor decoración «mientras la familia estaba hacinada en la sala de estar con la televisión el resto del tiempo». «Hoy es inconcebible porque es un espacio vivencial distinto», señaló.
Contrapuso representaciones como el óleo ‘El matrimonio Arnolfini’, de Jan van Eyck, con el póster ‘This is tomorrow’ de Richard Hamilton, para explicar cómo el arte ha mostrado los cambios en la forma de vivir y en la relación de las personas con los objetos. Pero no se resistió a proyectar cuadros «muy curiosos» de representación de interiores como el del Nacimiento de la Virgen, pintado en el siglo XV y expuesto en el Metropolitan de Nueva York, o la visión del mes de enero del pintor Antonio Tempesta. En ambos casos, bastante inverosímiles.
Fernández viajó hasta los Países Bajos y los siglos XVI y XVII para enseñar «pinturas moralizantes» sobre la administración de hogares, en un caso ejemplar y, en el otro, todo lo contrario. Y no se quiso olvidar de la vida contemporánea ni de las teorías imperantes sobre el buen gusto en el XIX , que apelaban a la necesidad de que los objetos fueran funcionales además de estéticos.
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Enlace de origen : Un viaje por la representación de los interiores en el arte