Marina: «Escribo a diario, es una costumbre perversa»

Mercedes de Soignie conversa con Isabel Marina, ayer, en el Aula de Cultura. / DIANA BAIZÁN

La poeta recita varios poemas de ‘Un árbol que tiembla’ en la presentación musical del libro en el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS

La música es para Isabel Marina poesía sin letra, por eso ayer no podía faltar en la presentación de su último poemario ‘Un árbol que tiembla’ en el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS. De la mano de Mercedes de Soignie y tras una breve introducción sobre los comienzos literarios de la poeta avilesina, comenzó un recital poético en el que los versos de Marina se alternaron con la melodía del violín de Paula Prieto Fernández en el Centro de Servicios Universitarios.

‘Desterrados del cielo’, ‘Mientras los tenga’ o ‘El Beso’ fueron algunos de los poemas recitados, pero los versos más reveladores, aquellos que podrían resumir el cuarto de hora en el que se habló sobre la poesía antes de comenzar a disfrutarla fueron: «Escribo incansable / mi nombre en la arena. / Ejerzo la rebeldía / de los que aún no han muerto». Porque eso es la poesía para ella, aunque para definirla emplee diferentes palabras y fórmulas, todas relacionadas con el autoconocimiento y la búsqueda. No se podría esperar menos de la poeta y periodista, directora de la revista Ítaca.

‘Un árbol que tiembla’ es el tercer libro de Marina, una publicación que sale a la calle tras una rigurosa selección de los poemas que ha escrito en estos últimos cuatro años porque, como explicó, «no todo es publicable». «De cien poemas igual considero publicables dos», ilustró. Bromeó Mercedes de Soignie, directora del Aula, sobre la «costumbre perversa», según extrajo de uno de sus versos, de escribir poesía. Entonó ella el mea culpa y confirmó que efectivamente lo es en tanto «que no lo podemos evitar» y, en su caso, «a diario en los últimos años».

Se enamoró de la poesía cuando, con once años, leyó un Salmo de la Biblia que cayó en sus manos

La poesía la atrapó cuando abrió una Biblia de su padre por un salmo «que me decía algo y no por su mensaje religioso, sino porque era poesía». Hubiera sucedido antes o después porque tiene muy claro que el «poeta nace y se hace». «Es un destino», señaló. El paso a la publicación se debió al chantaje de un amigo que amenazó con dejar de leer sus poemas si no publicaba. «Son dos procesos: uno es el natural y el otro es el de querer comprobar si lo que escribes llega a otra persona y eso es bien serio», apuntilló.

Reconoció una evolución en su poesía, sobre todo en la relacionado con la temática, ahora más amplia, sin dejar de señalar que al final los temas «son universales desde los clásicos».

También hubo tiempo para una breve reflexión sobre la marginación de las humanidades en el sistema educativo. «Es una pena. La poesía, la literatura y la filosofía tienen tanto valor que no tienen precio. Pero también se enseñan en casa, en la familia», añadió.

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