
Redacción
AVILÉS.
Domingo, 5 de enero 2025, 22:27
A los Reyes Magos se les quiere, no porque vengan de Oriente, sino porque traen regalos que reparten entre los niños. Así de fácil y así de natural. Por eso, cuando ayer se bajaron de sus carrozas en la plaza de España para saludar al final de la cabalgata, el alboroto fue generalizado y hasta sus carrozas parecían que transportaran la magia necesaria para regalar salud, paz y algo más. Tal vez a estas carrozas les hacía falta algo más ceremonioso como globos o espumillón, pequeños detalles baratos para recordar que todavía ayer era Navidad.
Los Reyes estaban contentos, aunque había que adivinarlo detrás de esas barbas blancas y marrones que les ocupan toda la cara, y tiraban caramelos, aunque no todos por igual. «Acércate a Gaspar, le decía un padre a su hijo, que tira más caramelos que Melchor, que ya está un poco mayor y no parece que tema muchas ganas de endulzar».
Baltasar fue, un año más, el preferido de los niños, quizás porque es el último en llegar y ayer se hizo de rogar de manera especial para poner punto y final a la cabalgata. Tardó tanto, veinte minutos o más desde Gaspar, que hasta los niños se pusieron a llamarlo con soltura, con esos gritos que solo están permitidos en el transcurso de una cabalgata, y nunca más.
En la plaza de España apenas cabía ni otra persona a la espera de Baltasar; ni un paje, ni un caballo, ni un regalo, ni siquiera una sonrisa más porque la alegría y la ilusión saltaban de cara en cara. Los niños son fáciles de contentar y los Reyes lo saben.
La llegada del último de los Magos con su comitiva de malabares y tambores africanos convirtió las baldosas de la plaza en un escenario para bailarinas sin que los más pequeños cesaran en pedirles sus regalos.
Después llegaron los caballos cargados de regalos para los avilesinos, sobre todo para los niños y las bandas de música para amenizar el cortejo real que aguantó el recorrido sin lluvia, aunque hubo un pequeño chispeó para amenizar la ventaja que Gaspar le sacó a Baltasar, y también con algo de ruido porque en tardes como la de ayer, cuando ya es noche cerrada, no siempre se llega a diferenciar entre ruido y sonido, no siempre.
A los tres les esperaba la alcaldesa, Mariví Monteserín, que después de acercarse con ellos a saludar, a estrechar manos y a repartir sonrisas, los acompañó hasta el interior del Ayuntamiento y los invitó a salir al balcón central desde donde se contempla la vista más emotiva al percibir la magia como una realidad.
El primero en hablar fue Melchor y lo hizo con la decisión que le otorga su compleja experiencia y, por supuesto, la edad. Lleno de blanco en el pelo y blanco en la barba, con una túnica azulada, contó que habían hecho un largo viaje desde el «lejano Oriente», y aseguró que en Avilés siempre se siente «muy bien acogido por los niños». Les pidió que «cuando os levantéis mañana (por hoy) y veáis que vuestras ilusiones se han cumplido, tenéis que ser buenos y compartir con vuestros hermanos, primos o amigos, porque compartir resulta maravilloso».
Dijo también que se sentía «muy orgulloso» porque «he notado vuestra solidaridad con los afectados por la dana en vuestras cartas», y para quienes disfrutan con el fútbol, Melchor abrió la puerta a la esperanza para que el equipo de la ciudad, «el Real Avilés, siga trabajando y consiga subir de categoría esta próxima temporada, os aseguro que estamos trabajando en ello duramente y con ilusión».
Quizás Gaspar fue el rey que más desapercibido pasó, tal vez por estar en el medio de uno y de otro, pero también fue escuchado con atención. «Durante el viaje hasta aquí hemos leído las cartas y os aseguro que vuestros sueños serán cumplidos, pero para ello tenéis que ser buenos todo el año, no solo hoy ni mañana, porque nosotros trabajamos todo el año para que se cumplan vuestra ilusiones y así tiene que ser, tenéis que hacer lo mismo», manifestó Gaspar envuelto en mucho pelo y una gran barba, todo en color marrón como el des su ojos, probablemente.
Baltasar confesó que el español no se le da «demasiado bien», pero se le entendió con claridad decir que «los niños de Avilés sois maravillosos, y por eso he querido venir hasta aquí con mucha ilusión y ganas».
Desde el balcón municipal, pidió a los niños que estudien para ser maestros, «y así poder ayudarme a que aprenda mejor el español». Le entró la risa, pero los niños le entendieron y los mayores también.
Los fuegos artificiales hicieron de colofón al prólogo de la noche de Reyes y si todos hicieron caso a las peticiones de los Magos, muy pronto todos estarían en la cama para esperar a una mañana, la de hoy, en la que a ningún niño le supone esfuerzo alguno levantarse de la cama.

He estado trabajando durante 3 años en una empresa de investigación de mercado. Aprenderé muchas ideas sobre estrategias de marketing, analistas y tácticas en esta área. La publicidad es la mejor plataforma que me hace aprender sobre la imaginación y evaluarla.
Enlace de origen : Los Reyes Magos hacen su magia en Avilés