El mercadillo solidario se instaló en la plaza principal del barrio obrero a primera hora de la mañana y fueron doce los puestos que pusieron a la venta todo tipo de productos, desde muebles y antigüedades a ropa y complementos, pasando por frutas, verduras y productos de la huerta de pequeños hortelanos locales.

Como es habitual, en el mercadillo estuvieron presentes varias entidades sociales de Avilés, entre ellas la Red de Hogares de Cáritas, el AMPA del colegio de Llaranes, el centro social del barrio o la asociación de Amas de Casa. «Esto es como ir al rastro o al mercado de los lunes, la verdad es que te encuentras un montón de cosas muy curiosas que merece la pena comprar, y si sabes que es para una causa solidaria pues muchísimo mejor», comentaban Charito García y Luci Berrón, dos vecinas de Llaranes que ayer no se fueron de manos vacías del mercadillo.

Las actividades del domingo fueron las que cerraron la Semana Solidaria, una iniciativa en la que se han desarrollado numerosas acciones de carácter solidario como carreras o cenas. «Esta es una de las actividades de la Semana Solidaria en las que más gente se implica y este año ha sido un gusto porque la comunidad se vuelca con nosotros y eso nos hace estar enormemente agradecidos», destacó a modo de agradecimiento Segundo Fernández, párroco de Llaranes y uno de los impulsores de esta iniciativa.

En la Plaza Mayor también se instaló el punto móvil del nuevo Centro de Escucha de Llaranes, el primer espacio de Asturias para acompañar a personas en situaciones de dificultad y procesos de duelo. «Poder informar a la gente durante una jornada como hoy es importante porque es un servicio nuevo y es necesario que la gente lo conozca y sepa que puede utilizarlo si lo necesita», reconocía Verónica Sánchez, directora de la Cáritas Parroquial de Llaranes y El Pozón.

Por otra parte, en la plaza también se instaló un escenario en el que actuaron distintos agrupaciones musicales y grupo de baile que amenizaron la espera hasta que la gran paella popular estuvo lista y los vecinos del barrio empezaron a comer bajo el sol, aprovechando las mesas que se colocaron en los soportales.

«Este año se han vendido unas 350 raciones a las que hay que sumar un montón de personas que también han comprado la paella y se la van a llevar a casa en vez de comérsela aquí en la calle. Durante la semana estuvo un poco flojo, pero en los dos últimos días se vendieron un montón de raciones y estamos muy contentos», detalló en este sentido Verónica Sánchez, que quiso agradecer públicamente la colaboración «de todos los vecinos y de las entidades sociales que han participado en estas y en el resto de actividades que se han organizado durante los últimos días».