Pese a esta situación, el PP de Castrillón valora como aspectos positivos del documento inicial la conexión de los accesos al puerto con la autovía del Cantábrico, la A-8, «ya que no se entendería que una ronda de esa capacidad no lo hiciera», y el hecho de que se contemple conectar la variante con el San Agustín, «aunque esto se podría hacer igualmente sin la Ronda Norte».

A partir de ahí, exigen que esas conexiones no se hagan «a costa de los intereses de Castrillón en el impacto medioambiental, urbanístico o cultural que pudiera tener» y, sobre todo, que «no se podría admitir convertir la variante de Avilés en una especie de ratonera con el tráfico del puerto porque los perjudicados serían los castrillonenses ya que es uno de los accesos principales de salida y entrada del concejo».

Rechazan que la futura vía pueda llegar a impactar de forma significativa a su paso por Castrillón «ni en los enlaces con la autovía» ya que «más bien se contemplaba que no incidiera en el concejo». Hay que recordar que en su día se había dicho que discurriría enteramente por Avilés, cuando comenzaría, en cualquier caso, en suelo castrillonense.

«En cuanto al procedimiento, deberemos ser informados en tiempo y forma de todo el proceso y contar con nuestra opinión y propuestas para el desarrollo final del proyecto, de no ser así actuaríamos política y legalmente en contra del proyecto y en defensa de los intereses de Castrillón, y dentro de nuestra corporación buscaremos el mayor consenso posible en este sentido», señalaron ayer desde el gobierno de Castrillón.